Estos órganos guardan las respuestas que los pacientes con demencias no pudieron dar en vida; José Luna los interpreta a través de colores.
El arcoíris de las demencias, marañas neurofibrilares de un paciente con una enfermedad neurodegenerativa (Foto: Cortesía)
Las imágenes que obtiene José Luna Muñoz parecen haber sido tomadas por un poderoso telescopio en el espacio profundo, pero –en realidad– son vistas microscópicas al cerebro.
“Lo hemos llamado el arcoíris de las demencias”, dice. Su trabajo consiste en estudiar cerebros de pacientes que han fallecido a causa de una enfermedad neurodegenerativa, como el Alzheimer.
Luna es director y fundador del Banco Nacional de Demencias (BND), que se encuentra en la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Su misión, desde hace 30 años, es desarrollar un método diagnóstico temprano-no invasivo para estas enfermedades.
Además, sus experimentos buscan un biomarcador (signo) específico relacionado con las demencias y otros factores de riesgo que pudieran favorecer su desarrollo.
En entrevista con Tec Review detalla el trabajo que él y su equipo realizan, algunos de sus avances y experiencias internacionales.
José Luna describe lo que más disfruta de su trabajo: “poder obtener las respuestas que los pacientes con demencias no pudieron dar en vida, pero que dejaron guardadas en sus cerebros”.
El único diagnóstico 100% confiable para las enfermedades neurodegenerativas es el histopatológico post mortem. Para este y otros procedimientos, el equipo de Luna corta una porción del órgano y deja que diferentes tintas pinten las áreas que les interesan. A través de la constelación que resulta, pueden definir la enfermedad que tenía el paciente.
El lenguaje del cerebro son los colores, por eso lo han llamado “el arcoíris de las demencias”.
Muchas personas han confundido las imágenes de estos estudios con obras de arte. “Es una lesión que genera un daño neurocognitivo en la persona, pero no deja de ser bello, no deja de verse la magia y la majestuosidad de lo que es capaz de hacer nuestro cerebro”, acota José Luna.
En la enfermedad de Alzheimer, las conexiones de las células cerebrales se degeneran y mueren, esto es lo que termina con la memoria de los pacientes.
Estudiar cerebros con este diagnóstico, ha permitido a los investigadores del BND entender –poco a poco– el proceso por el cual mueren las neuronas. Sin embargo, aún no se ha logrado identificar el origen de la enfermedad.
“Recientemente los estudios hablan de que no necesariamente tiene que ser el cerebro el origen de la enfermedad. Posiblemente hay un órgano que modifica algunas proteínas que pueden llegar a invadir al cerebro a través de las terminales nerviosas”, explica Luna.
Por esta razón el BND comenzó a recibir fragmentos de otros órganos para hacer una investigación más completa.
Hemisferio cerebral de un paciente con Alzheimer (Foto: Cortesía)
Desde 1992 a la fecha, el BND ha tenido diversos avances, por ejemplo, han detectado una proteína nuclear (localizada en el citoplasma y asociada con las marañas neurofibrilares) relacionada con el deterioro cognitivo.
También describieron que la proteína de inflamación, que se encuentra en el cáncer, se encuentra de manera abundante en el cerebro con Alzheimer.
Por otra parte, respondieron una de las dudas más frecuentes de los familiares con demencias: que las emociones se ven afectadas en estos pacientes porque se daña la amígdala y otras áreas. Esto, a largo plazo, significa la muerte neuronal.
Actualmente, buscan marcadores en la sangre de los pacientes con Alzheimer para identificar las etapas más tempranas de la enfermedad.
En cuanto al diagnóstico, se están analizando epitelios (capas del cerebro) y esto podría ayudar a una detección temprana y no invasiva de las enfermedades neurodegenerativas.
Los investigadores del BND también buscan otros factores de riesgo que podrían favorecer el desarrollo de la demencia.
La última investigación de este grupo consiste en estudiar todo lo que está modificando el virus SARS-CoV-2 en los cerebros de las personas. “Hemos visto que hay cambios importantes en el sistema nervioso central, entonces estamos obteniendo respuestas muy interesantes en el área de neuropatología”, dice José Luna.
Además, el BND fue invitado a la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), en República Dominicana, para poner en funcionamiento el Banco Nacional de Cerebros en ese país. “En conjunto, tenemos en pie tres investigaciones y también Uruguay nos ha buscando para crear su banco de cerebros”, comparte el investigador.
José Luna Muñoz, director y fundador del Banco Nacional de Demencias (BND) (Foto: Cortesía)
Los cerebros que estudia Luna son donaciones de universidades y de familiares de pacientes con demencias. De hecho, el BND tiene una relación muy estrecha con la Federación Mexicana de Alzheimer ( FEDMA), para favorecer la donación de cerebros, órganos y fluidos a nivel nacional.
Luna explica que “la donación es equivalente a darle una nueva vida al cerebro y es la oportunidad de seguir escuchando a esa persona especial, además, nos da la oportunidad de avanzar en el desarrollo de un diagnóstico oportuno-no invasivo”.
El procedimiento que deben realizar los familiares está descrito en la página del BND y hay números de contacto para que pueda hacerse en tiempo y forma.
“Yo siempre les explico que para extraer los órganos no se hace ningún corte que afecte la integridad del cuerpo, en realidad, es una pequeña incisión en el cuero cabelludo (a nivel medio) o en la parte basal de la nuca. Es imperceptible”, explica.
El procedimiento de extracción de cerebro y fragmento de órganos dura aproximadamente media hora.
El hemisferio derecho del cerebro se conserva a menos 80 grados centígrados, para realizar estudios bioquímicos y genéticos. El izquierdo, se sumerge completamente en formalina al 10% para realizar tinciones específicas que ayudan al diagnóstico de la demencia.