La humanidad podría satisfacer casi la totalidad de sus necesidades energéticas recuperando energía de nuestra basura.
Se estima que, en Europa, cada año se procesan más de 70 millones de toneladas de residuos para generar energía usando distintas tecnologías. (Foto: iStock)
Según cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), una persona promedio genera 0.79 kilogramos de residuos sólidos al día, lo que se traduce en 2,240 millones de toneladas cada año.
Esto supone un problema de gran magnitud, pues estos residuos tienen que ir a algún lado. Algunos modelos de producción, como la economía circular, pretenden mitigar la contaminación, la generación de basura y el cambio climático basados en las filosofías de reducir, reutilizar, reparar, renovar y reciclar los objetos.
Desafortunadamente, muchas veces, la generación es inminente, por lo que se necesitan metodologías para su gestión.
Los residuos terminan −comúnmente− en un relleno sanitario, pero también se pueden reciclar o pueden ser usados como combustible para generar energía.
¿Sabías que la humanidad podría satisfacer casi la totalidad de sus necesidades energéticas recuperando energía del desperdicio?
Algunos residuos, como los orgánicos o los plásticos, tienen una composición similar al petróleo, por lo que pueden ser procesados mediante tratamientos termoquímicos (usando calor) o biológicos (usando microorganismos) para generar combustible y, posteriormente, electricidad.
Esta es una medida atractiva para lidiar con ellos, pues estos son, virtualmente, inagotables. Además, los combustibles generados de esta forma no generan gases de invernadero ni aumentan el CO2 en el ambiente.
La gasificación es una tecnología termoquímica en la cual, residuos orgánicos, plásticos o carbón se calientan a temperaturas superiores a los 500°C con cantidades controladas de oxígeno para producir un gas llamado syngas.
Este gas es rico en energía y puede suplementar al gas natural, un recurso preciado y una tendencia a nivel mundial.
El syngas no solo puede usarse para generar electricidad, también puede ser empleado en la fabricación de otras sustancias de interés, como combustibles líquidos o alcoholes. Aunque la gasificación tiene algunos problemas técnicos (como baja eficiencia de generación) la tecnología se investiga a nivel mundial, pues se trata de una posible fuente inagotable donde también tratamos con residuos sólidos.
Algunos de los principales exponentes son China, Alemania y Noruega. Se estima que, en Europa, cada año se procesan más de 70 millones de toneladas de residuos para generar energía usando distintas tecnologías.
A pesar de que la gasificación es una tecnología prometedora, enfrenta algunos desafíos de diversa naturaleza, por ejemplo, naturaleza cultural. Sin una adecuada separación, el tratamiento de los residuos es menos factible, pues se requiere energía eléctrica para procesar los residuos antes de la gasificación. Una adecuada separación supone un gran ahorro energético y económico, además que reduce nuestra huella de carbono de manera importante.
Aún tenemos un largo camino por delante, pero los avances tecnológicos muestran promesa para alcanzar la meta.
En México, se realiza investigación para la generación de energía a partir de residuos orgánicos (tanto con métodos termoquímicos como biológicos), así como la conversión de plásticos a gas de síntesis.
Pensando en las metas de disminuir las emisiones a la atmósfera y reducir el consumo de combustibles fósiles, se estima que para el 2050, por lo menos 20% de la energía usada a nivel global provenga de tecnologías relacionadas a la energía del desperdicio. (David Antonio Buentello Montoya, profesor Escuela de Ingeniería y Ciencias del Tecnológico de Monterrey)