En América Latina, México es el segundo con mayor estrés hídrico, es decir, una demanda alta de agua dulce respecto a la cantidad disponible.
El agotamiento de los acuíferos y su contaminación son parte de la problemática. (Ilustración: Alberto Caudillo/ Tec Review)
De manera sigilosa, la escasez de agua avanza año tras año y aumenta la probabilidad de que ciudades, y quizá países enteros, enfrenten el Día Cero.
En América Latina, México es el segundo con mayor estrés hídrico (demanda alta de agua dulce respecto a la cantidad disponible).
Además, existe una alta desigualdad en el acceso al recurso hídrico asociado a factores geográficos, un déficit de inversión en infraestructura hidráulica, así como un marco institucional, legislativo y regulatorio fragmentado y obsoleto.
Y es que, aunque la misión de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) sea garantizar la seguridad hídrica, la responsabilidad de prestar los servicios de abastecimiento de agua potable y saneamiento recae en los municipios y una buena parte de estos no cuenta con suficiente capacidad para eso.
Las sequías recurrentes ponen en riesgo el abasto y generan un fuerte impacto social y económico. Entre 2011 y 2013, México vivió una sequía severa y, debido a que el panorama para este año es incierto, es urgente que como usuarios cuidemos el recurso y que, de manera corresponsable, las autoridades establezcan acciones concretas para mitigar los efectos de la sequía.
El agotamiento de los acuíferos, su contaminación y la falta de un manejo adecuado de los mismos también son parte de la problemática. Sin embargo, a pesar de que nos encontramos en un ciclo vicioso, hay alternativas de solución.
A nivel de planificación debemos desarrollar estrategias adaptativas sistemáticas e innovadoras que consideren la incertidumbre derivada del cambio climático y las asimetrías socioeconómicas; un plan adaptativo que busque establecer un portafolio de proyectos resilientes en un horizonte de mediano y largo plazos.
Para garantizar el abastecimiento, es importante avanzar en la transición hacia la economía circular. Esa donde el agua residual tratada signifique un recurso que libera agua dulce para otros usos y ayude a la conservación de los ecosistemas acuáticos.
Por otra parte, es necesario fortalecer el establecimiento de plataformas donde converjan universidades, empresas, centros de investigación, instancias gubernamentales, inventores e inversionistas, para fomentar, de manera conjunta, la innovación y el emprendimiento.
Finalmente, cada uno debe poner su granito de arena, pues la falta de conciencia, acciones y cultura del agua de cada uno es de las principales causas de la escasez, y es un tema que debe estar en el centro de nuestras preocupaciones y ocupaciones diarias. (Jürgen Mahlknecht, líder nacional del Grupo de Investigación Estratégica en Ciencia y Tecnología del Agua, en el Tec de Monterrey)
Este artículo fue originalmente publicado en la edición 42 de la revista digital Tec Review