¿Se te mueren tus plantas? No sufras más y lee estos consejos que todo plantlover debe saber.
Si quieres inundar tu casa de color, te damos estos consejos. (Ilustración: iStock)
Las plantas son seres vivos, complejos, sintientes, con capacidad de comunicarse entre ellas. Algunas razones por las que nos fascinan es que tienen una enorme capacidad de adaptación, nos transmiten paz, esperanza, belleza y contemplación. Pero, ¿cómo podemos mejorar el cuidado de las plantas?
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Algunos datos que quizá no sabías sobre las plantas es que, por ejemplo, el árbol más longevo conocido hasta el día de hoy es un ciprés de la Patagonia que tiene al menos 5,000 años de edad (aunque puede tener unos 400 años más) y vive en Chile.
La planta más grande —que ha crecido mediante autoclonación— es una pradera marina que mide 180 kilómetros cuadrados, tiene una antigüedad de 4,500 años y se encuentra frente a la costa de Australia.
Los árboles comparten nutrientes, rivalizan y alertan a sus pares de potenciales amenazas mediante una compleja red de hongos que crece dentro y alrededor de sus raíces y les conecta con otros árboles.
Y entonces, ¿por qué se mueren mis plantas si son tan resilientes?
Al encontrarse en un sitio ajeno a su hábitat natural son más frágiles, porque carecen las estrategias de supervivencia que tienen en su entorno.
Debes afinar tus sentidos, sobre todo la vista, para detectar a tiempo las señales que pueden enviarte para que corrijas aspectos como el sustrato, la maceta, el riego o su exposición al sol. Si apenas comienzas en este mundo o ya tienes tiempo intentándolo pero siempre se mueren las plantas, estos consejos son para ti.
Cuando compramos una planta en el vivero es necesario trasplantarla con su sustrato adecuado (es el material o mezcla de materiales donde germinará y crecerá), que le aportará humedad, alimento y drenaje.
El error más común que cometemos cuando vamos comenzando –y la primera razón por la que se nos mueren las plantas– es que usamos de forma genérica tierra negra con algo de hojarasca, pero no es así. No se usa el mismo sustrato para un cactus, una orquídea o una suculenta, por mencionar algunas.
Por ejemplo, el sustrato de los cactus debe ser poroso, se recomienda usar tezontle o tepojal, un tipo de roca que no retiene mucha humedad.
El sustrato de la orquídea requiere corteza de pino que se caracteriza por absorber calor y humedad, no lleva nada de tierra (además su maceta debe ser transparente porque las raíces necesitan luz).
Las suculentas llevan una mezcla de piedra porosa o mineral como el tezontle, material orgánico como la vermicomposta y tierra negra.
Cada seis meses hay que aflojar el sustrato de la maceta con las manos, un tenedor o una pala porque se va compactando, lo que dificulta el crecimiento de las raíces y el drenaje. Una consecuencia del exceso de humedad favorece el crecimiento de bacterias y hongos que enferman a la planta.
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Independientemente del material, el recipiente debe favorecer el drenaje, pues como ya vimos, el exceso de humedad puede matar a la planta.
La maceta debe tener orificios por donde se escurra el exceso de agua.
Otro aspecto es que no debe ser exageradamente grande porque se prestará para que la planta sea atacada por bichos, pero tampoco demasiado pequeña porque la raíz estará comprimida y le ocasionará estrés.
El material del que esté hecha la maceta no solo tiene que ver con que se vea bonita o combine con la decoración de la casa, debe contribuir al bienestar de la planta.
El plástico no es muy estético, pero retiene más la humedad, puede funcionar muy bien con plantas de interior tropicales como los helechos, ficus, anturios o las monstera, mientras que el barro no retiene mucha humedad y se puede usar para cactus, sansevierias y suculentas.
Lo importante del riego es que el agua llegue a la raíz de la planta. Tanto en plantas de exterior, sembradas en el jardín, como de interior, que se encuentran en casa, lo recomendable es que no se moje el tallo ni las hojas cuando hay sol porque se pueden quemar.
Si la planta se encuentra en una maceta que se pueda cargar fácilmente, lo ideal es sumergirla en un recipiente con agua y retirar hasta que el sustrato se vea y se sienta húmedo. De esta forma, la planta absorbe agua hasta saciarse.
¿Cuándo regar? La respuesta no es sencilla, porque en una misma planta el periodo varía según la estación del año. Por ejemplo, las suculentas se pueden regar cada 15 días si se encuentran en lugares fríos y húmedos; en lugares templados y cálidos puede ser una vez a la semana.
Aquí deberás poner a prueba tu capacidad de observación y de experimentación.
Procesos esenciales como la fotosíntesis, que proveen de energía a la planta, ocurren con su exposición al sol. Solo que los requerimientos varían según la especie, algunas pueden estar expuestas al sol todo el día, hay otras que solo requieren unas tres horas diarias y hay otras que necesitan un lugar iluminado pero con cero sol directo.
No te agobies, no significa que las debas cambiar de lugar a otro diario, solo hay que colocarlas en el sitio correcto y estar atentos al color que adquieren.
Algunos signos que te pueden alertar de la falta de sol es que tanto las hojas, las flores y el tallo estén decaídos, que tarden en crecer, en florear o adquieran un tono amarillo. En el caso de las suculentas, cuando necesitan más sol el tallo se alarga, un proceso que se conoce como etiolación.
Otro aspecto a considerar es que a lo largo del año, la posición del sol va cambiando y en casa la planta puede de pronto estar recibiendo demasiados rayos o menos, quizá en algún momento sea necesario cambiarla de lugar debido a ello.
Vas al vivero y todas las plantas están floreciendo sin importar la época del año, pero te llevas un ejemplar a tu casa y en un par de semanas se acaba el encanto. Es normal. En los viveros suelen proveerles fertilizante todo el año para que se vean radiantes.
Puedes comprar fertilizante en los viveros e incluso en el supermercado —aunque no es muy recomendable porque esos químicos contaminan el suelo y los mantos acuíferos— o puedes elaborarlo en casa.
La cáscara de plátano es maravillosa, la puedes dejar secando y luego enterrarla a lado de la planta o colocar la cáscara en trozos en una botella de agua hasta que adquiera un color café y regar con ese líquido.
Cuando dejas remojando lentejas, frijoles, garbanzos —para luego cocinarlos—, esa agua contiene nutrientes que vitalizan a las plantas. También puedes usar los residuos de infusiones, cáscaras de huevo trituradas o el residuo del café molido. Solo recuerda, todo va enterrado, nada sobre la superficie que atraiga a insectos o potencial plaga.
Cuando una plaga invade a tu planta es porque algunos de los aspectos anteriores ha fallado: tal vez no usas el sustrato correcto, la planta está estresada por falta de espacio, recibe mucho sol o le falta, o recibe más agua de la que necesita.
Las plagas más comunes son el pulgón, la cochinilla, la mosca blanca, los trips y la araña roja.
Hay remedios caseros muy fáciles de poner en práctica como retirar a los bichos con las manos o con un trapo húmedo en el área afectada.
Si persiste el problema, se puede colocar detergente biodegradable disuelto en agua sobre las hojas y tallos (sin que les dé el rayo del sol porque lo quema) y dejar por una semana.
La cebolla es una buena aliada contra plagas y hongos: se machaca en un mortero, se coloca en agua y se deja que fermente por diez días y ese líquido se coloca en hojas, tallo y sustrato.
Si lo anterior no funcionó, es momento de recurrir a insecticidas y fungicidas de tiendas departamentales.
En otras palabras: busca una red de apoyo que te sirva para platicar sobre plantas e intercambiar consejos y tips. Si bien, la jardinería es una actividad solitaria que te permite conectar contigo, reflexionar, aprender mediante prueba y error, o simplemente contemplar a la planta, también es una oportunidad para compartir con otros.
Puedes ir al jardín botánico de tu estado y consultar su programa de actividades. En estos lugares siempre tienen talleres, conferencias y venta legal de especies nativas. Ahí puedes preguntarle a un experto tus dudas.
También tienen programas de rescate, por ejemplo, el Jardín Botánico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tiene un centro de adopción de plantas mexicanas en peligro de extinción. Cuando compras un ejemplar quedas registrado como padre o madre adoptiva, recibes un certificado y una ficha con los consejos de cuidado.
En redes sociales existen grupos, los hay muy generales en Facebook como Tips de jardinería y reforestación, o muy específicos como Orquideófilos, Agaves de México, Echeverias, Amantes de los cactus y suculentas.
En estos sitios encontrarás a otros plantlovers dispuestos a compartir sus conocimientos. ¿Te han servido estos consejos?, ¿te han funcionado otras estrategias? Cuéntanos.