Tecnología y globalización son conceptos que van de la mano. Juntos están cambiando las economías del mundo y nuestra forma de relacionarnos.
Hay cambios que llegaron para quedarse y los gobiernos deben estar a la altura. (Foto: iStock)
La globalización tecnológica no solo incidió en el estilo de vida de las personas, sino también en el de las empresas, pues antes tenían interés de instalarse en lugares con bajos costos laborales, pero ahora optan por sitios donde pueden aprovechar mejor las nuevas tecnologías.
Lo anterior, de acuerdo a un informe del Banco Mundial llamado Trouble in the Making? The Future of Manufacturing-Led Development, en el que también se destacan el internet de las cosas, la robótica avanzada y la impresión 3D, porque están cambiando los criterios para que las ubicaciones sean atractivas para la producción y la industria 4.0.
Este planteamiento que hace el Banco Mundial es uno de los cambios que ha llegado con la globalización tecnológica y que –muchas veces– no están viendo los gobiernos de los países en vía de desarrollo.
Porque, si bien se tiene conciencia de las cadenas globales de valor, es decir, aquellos intercambios entre países y distintas zonas geográficas para producir un producto final, no se dimensiona la forma en cómo la tecnología podría impactar en esto.
Por ello, los avances tecnológicos y la globalización no deberían tratarse como conceptos separados, ya que van de la mano.
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Quien primero habló de globalización y vio a la llamada ‘aldea global’, fue el sociólogo canadiense Marshall McLuhan, quien habla de las formas en las que fluye la información, nos comunicamos e interactuamos. Es un espacio que se ha convertido en una extensión de nuestro cuerpo, entre lo presencial y lo digital.
Para el sociólogo, los medios no solo eran la radio, la televisión y los periódicos, a él se le atribuyen las predicciones de lo que hoy conocemos como internet, cuando aún no existía. En su obra la ‘Galaxia de Gutenberg’ sostiene que los grandes cambios sociales tienen su origen en la evolución de las tecnologías.
Con los avances de la tecnología, la globalización se convierte en aquella que trasciende fronteras, se trata de la información que circula por todo el mundo y las personas conforman comunidades virtuales en las cuales los usuarios pasan a ser consumidores de información a producir y gestionar sus contenidos.
Internet ha sido parte crucial en la globalización tecnológica y ha ayudado a desaparecer las restricciones geográficas entre las personas alrededor del mundo, cambiando el comercio, la educación, el gobierno, la salud y nuestras relaciones interpersonales.
Con el paso del tiempo se han desarrollado plataformas que usan otras tecnologías como el almacenamiento en la nube, la conectividad móvil, el big data, la inteligencia artificial, el blockchain, etcétera. Y, entre mayor interacción se dé dentro de éstas, más multiplicación de datos habrá.
En el libro La era de la perplejidad, en el que diversos autores analizan los cambios que la informática ha llevado a la percepción del mundo que conocemos, los analistas señalan la forma en cómo las personas se desempeñan en los múltiples entornos en línea por los que son atraídos y toda esa actividad se transforman en datos, a través plataformas digitales y el ecosistema del internet.
Estos datos forman la base para la construcción de un contexto de relevancia conductual entre personas.
Desde las redes sociales, impulsadas por algoritmos, hasta el internet de las cosas, pruebas de automóviles sin conductor, robots de cuidado personal, dispositivos portátiles computadoras, y scalper bots (bots revendedores que utilizan métodos automatizados para comprar bienes limitados, como boletos para eventos) para comprar entradas o ofertas de descuento. Para algunos, el mundo digital está creando nuevos potenciales por hacer del mundo un lugar más globalizado y equitativo.
Con el agrupamiento de datos y las tecnologías, se han podido diagnosticar problemas en la medicina, agricultura y medio ambiente, hasta facilitar tareas cotidianas como el desplazamiento en automóvil o el pago de una factura.
El análisis de big data tiene innumerables aplicaciones y ayuda a la toma de decisiones para hacer frente a la multitud de diferentes demandas financieras y no financieras de forma personalizada en tiempo real.
Así como la globalización tecnológica ha permitido que éstas puedan puedan usarse para defender y ejercer los derechos humanos, no hay que dejar de lado que también es posible infringirlos a través de las mismas.
Tal es el caso del uso de nuestros datos para rastrear nuestros movimientos, compras, conversaciones y comportamientos. La desventaja es que las empresas y gobiernos disponen de herramientas para explotarlos con fines financieros o ejercer control político.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los datos personales podrían ser un recurso útil si su propiedad estuviera mejor regulada. La tecnología basada en datos tiene el potencial de empoderar a los individuos, mejorar el bienestar humano y promover los derechos universales.
La misma ONU ha advertido de una “gran fractura” entre las potencias mundiales, cada una con su propia estrategia de internet y de inteligencia artificial, su comercio, reglamentación financiera propias y sus estrategias geopolíticas y militares.
Por ello, el organismo internacional ha instado a la cooperación digital entre los Estados, en el que un ciberespacio universal que refleje las normas mundiales para la paz y la seguridad, los derechos humanos y el desarrollo sostenible se considera crucial para garantizar un mundo unido.
Un “compromiso global para la cooperación digital” fue una de las recomendaciones en el Panel de Alto Nivel sobre la Cooperación Digital del Secretario General.
Otra fue que, de aquí a 2030, toda persona adulta pueda tener acceso asequible a las redes digitales, así como a servicios financieros y de salud digitales, como medio de contribuir sustancialmente al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Esto debido a que al proveer tales servicios debe brindarse protección contra el abuso aprovechando los nuevos principios y mejores prácticas. Por ejemplo, cómo tener acceso a un discurso público informado, no caer en fake news, entre otros aspectos.
La tecnología ha transformado el sistema bancario y tiene el enorme potencial para seguirlo haciendo. La biometría ha servido para dar seguridad a las operaciones que realizan los usuarios del sistema bancario, sin la necesidad de presencia o documentos.
El estudio de IBM titulado The Future of Identity reveló que el 75% de los millennials utiliza las tecnologías basadas en la biométrica, a diferencia de los mayores de 55 años, donde solo el 58% las usa.
De los encuestados, el 48% confía en utilizarlas si provienen de una institución bancaria y el 15% si se trata si se trata de un sitio de redes sociales.
Por otro lado, están las tecnologías de contabilidad distribuida como blockchain, que podrían eliminar la necesidad de intermediarios en una gran variedad de transacciones.
Están las fintech para automatizar los servicios y procesos financieros. La globalización tecnológica está cambiando el status quo del sistema bancario y del sistema de pagos de una moneda a otra.
También, el sistema bancario está utilizando cada vez más la inteligencia artificial para automatizar cada vez más tareas cognitivas complejas.
Es muy usada para la prevención de fraudes en tarjetas de crédito. Con la globalización tecnológica los fraudes cibernéticos y la venta de datos personales en la Deep Web han tenido un crecimiento exponencial en los últimos años debido a la sofisticación de los ciberdelincuentes que aprovechan el comercio electrónico global y transacciones en línea.
Los sistemas de detección de fraude analizan el comportamiento de los clientes, la ubicación, los hábitos de compra y establecen mecanismos de seguridad cuando algo parece salir de la normalidad y contradice patrones de gasto.
La economía colaborativa o sharing economy es otro producto de la globalización tecnológica. Aplicaciones de vehículos por aplicación, como Uber y Didi, han puesto contra la pared a gobiernos y empresas habituales de transporte como los taxis, por el desafío que han representado para leyes y normativas legales de cada país.
Otra aplicación es AirBnB, que ha revolucionado el mundo de la ocupación hotelera sin poseer un solo hotel, permitiendo a cualquier persona ofrecer sus propias habitaciones a extraños de cualquier parte del mundo para ser alquiladas por varios días.
Fue tal el cambio que causó la sharing economy que derivó en manifestaciones en las calles en algunos países, se convirtió en objeto de debate político, incluso, de legislación, ya que usuarios, socios o afectados por ésta, son los que han presionado para que haya debate político y ciudadano en torno a leyes que se ajusten a estos nuevos cambios que llegaron para quedarse.