Se estima que, para 2030, el PIB mexicano podría ser 15% mayor si se implementan acciones para sumar a 8.2 millones de mujeres al mercado laboral.
Te contamos sobre el techo de cristal y otras barreras. (Foto: iStock)
En México, las mujeres cuentan con igualdad en el marco jurídico, es decir, ante la ley tienen los mismos derechos que los hombres; y la equidad de género es la instrumentación desde el Estado de acciones para equiparar las condiciones de unos y otros. Pero, en la realidad, las mujeres siguen padeciendo discriminación y violencia por el hecho de ser mujeres y el poder todavía está concentrado en las manos de los hombres.
Pero existen muchas ventajas de incluir más a las mujeres, por ejemplo, con autonomía económica. El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) estima que, para 2030, el PIB podría ser 15% mayor que el PIB de 2020 si el gobierno y el sector privado implementan acciones para sumar a 8.2 millones de mujeres al mercado laboral en los próximos 10 años.
La tasa de participación económica de las mexicanas es muy baja. Hasta antes de la pandemia, solo el 45% de las mujeres mayores de 15 años contaban con un trabajo o estaban en búsqueda de uno. Sin embargo, la pandemia borró muchos avances: en 2020, solo 41% de las mujeres participaban en la economía.
(Foto: IMCO)
¿Por qué es importante la equidad de género? Expertas aseguran que las mujeres siguen siendo discriminadas y que las políticas públicas no han sido efectivas. “Las mujeres somos la mitad de la humanidad y necesitamos estar representadas, que nuestras reflexiones estén dentro de la discusión pública”, dicen.
Ana Corojan, doctorante en derecho, gobierno y políticas públicas por la Universidad Autónoma de Madrid, diferencia entre esta igualdad formal o jurídica y la igualdad material.
Esta última toma en consideración circunstancias contextuales como género, acceso a educación, entorno social y económico entre las personas.
“La igualdad de género nos dice que hay una igualdad jurídica que indica que ante la ley tenemos los mismos derechos y la equidad de género es la instrumentación desde el Estado de acciones para equiparar las condiciones de unos y otros para que vayamos en la misma línea. Esas acciones tienen que partir de una base de equidad que se puede alcanzar solo si se toman en cuenta las circunstancias de cada persona o sector”.
Fue en los primeros años de este siglo que en México se pusieron en marcha programas y políticas públicas como la aparición de los institutos nacionales de la mujer a nivel estatal y municipal, la publicación de marco jurídico como la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación y en 2007 la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
“Estas acciones corresponden a expresiones de equidad de género, acciones complementarias, afirmativas, temporales y compensatorias que reconocen la desigualdad estructural entre mujeres y hombres, pues no hemos recibido ni hemos tenido acceso a los mismos recursos ni a los mismos derechos que los hombres”, explica Raquel Ramírez Salgado, académica del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El techo de cristal es una barrera que siembra obstáculos diversos tan sutiles que terminan por invisibilizar el desarrollo y crecimiento profesional de las mujeres.
Se le conoce por ese nombre pues, aunque las mujeres cuenten con el conocimiento y las habilidades para asumir posiciones de dirección en diversos sectores empresariales o, por ejemplo, ser rectoras de una universidad, son los hombres quienes casi siempre asumen dichos puestos.
En 2018, la publicación de primer reporte “Una ambición, dos realidades Women matter MX“, realizado por la consultora McKinsey & Company, mostró que las empresas pierden oportunidades de incrementar sus ganancias por mantener un techo de cristal.
Para documentarlo, en el estudio se aplicaron encuestas a 8,600 empleados de 50 empresas emblemáticas de México.
Los resultados mostraron que aumentar la participación femenina en la plantilla laboral de estas empresas agregaría hasta 0.8 trillones de dólares al Producto Interno Bruto (PIB) de México, alrededor de 70 % adicional.
Entre sus principales resultados se encuentra que las mujeres representan sólo 10 % de los comités ejecutivos de estas compañías —que emplean a más de un millón de personas y generan un equivalente a 40 % del PIB nacional en ventas—, únicamente 8% llega a ser CEO o directora ejecutiva de éstas frente a 92 % de hombres.
Se ha observado que la rentabilidad de las compañías que tienen a mujeres en altos niveles de su organización aumenta 55 %; no obstante, menos de una tercera parte de los empleados conoce la relación entre diversidad y desempeño del negocio.
La realidad es que en las 50 empresas participantes, las mujeres constituyen 37 % del personal contratado. Aunque nueve de cada 10 participantes, hombres y mujeres, respondieron que quisieran convertirse en ejecutivos de alto nivel, solo tres de cada 10 mujeres creen que pueden lograrlo.
En cuanto a la brecha salarial, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publicó en el cuarto trimestre del 2019 que el ingreso promedio de las mujeres en México equivale a 2.2 salarios mínimos mensuales por jornada de trabajo mientras que el salario promedio de los hombres fue igual a 2.6 salarios mínimos.
Si se observan niveles más altos de ingresos, por cada siete hombres, hay tres mujeres percibiendo de 6,000 a 15,000 pesos al mes; mientras que quienes perciben arriba de 100,000 pesos mensuales son 72% hombres y 28% mujeres.
Estas desigualdades también se reflejan en las labores domésticas, pues muchas mujeres además de cumplir con sus actividades profesionales, normalmente asumen la mayor responsabilidad en la crianza de los hijos y las actividades del hogar.
En la llamada doble jornada, las mujeres dedican en promedio 39.7 horas a la semana a labores domésticas; mientras que los hombres solo lo hacen en 15.2 horas semanales en promedio, según los resultados de la Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo (ENUT) del INEGI.
La igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres ha avanzado en el papel e incluso en el discurso empresarial, social y político, pero esto no ha ocurrido efectivamente en el día a día.
El censo del año 2020 realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reveló que 51.2 % de los 126 millones de mexicanos contabilizados son mujeres y 48.8 % son hombres.
Aunque hombres y mujeres son iguales ante la ley; tienen el mismo derecho a votar y ser votados; derecho a la educación, salud, trabajo digno, entre otros; el ejercicio efectivo de estos derechos es desigual, y la razón es que persisten la discriminación y la desigualdad de género.
ONU Mujeres ha generado cifras que muestran que en los hechos el piso en México no es parejo y que la igualdad de oportunidades es todavía lejana.
Solo 45% de las mujeres participa en el mercado laboral en comparación con 78% de los hombres. Las mujeres perciben un salario 15.6% inferior al de los hombres; mientras que ellas dedican 59 horas a la semana al trabajo doméstico y de cuidados, los hombres destinan 22 horas en promedio.
Se tiene la percepción de que las mujeres en puestos de liderazgo lo lograron por sus posiciones sociales o sus logros académicos.
Pero, su grandeza está en el proceso que viven para llegar a donde están, ya que tienen que lidiar con el machismo, con las violencias y con los techos de cristal que les ha impuesto la sociedad.
Algo en lo que coinciden aquellas mujeres líderes desde cualquier trinchera en la que se encuentren es que para lograr alcanzar una meta es necesario quitarse los miedos, empoderarse y desarrollarse en lo que decidan ser o hacer.
En esto coincide Carla Erika Ureña, abogada fiscal de profesión, quien de manera pro bono se ha dedicado a ayudar a mujeres víctimas de violencia con asesoría legal.
Por azares de la vida, coincidió con la Red de Abogadas Violeta para continuar el trabajo que ya venía haciendo por su cuenta.
Además, los usuarios de las redes sociales consideran a Carla una mujer líder por explicar con hilos de Twitter y TikTok temas jurídicos que son complejos para las personas de a pie.
Poco a poco las mujeres mexicanas van afianzando su lugar en puestos directivos en las empresas. Su promoción es lenta y con tropiezos, pero va en ascenso. En el año 2019 ocuparon 26% de los puestos directivos en México; en 2020, alcanzaron el pico máximo de 37% y en 2021 la cifra es de 35%, ocupando el séptimo lugar a nivel global.
Respecto a la proporción de mujeres directivas en todo el mundo, la cifra alcanzó 31%, frente a 29 % del año pasado.
El incremento de la presencia femenina en los puestos directivos se explica en gran medida por la flexibilidad laboral que ha propiciado la pandemia: el distanciamiento social obligó a las empresas a migrar al trabajo digital, lo que ha posibilitado que las mujeres tengan un horario propio de trabajo, participar plenamente en las reuniones en línea y la eliminación de la presión por los desplazamientos, destaca el documento El poder de trabajar juntos: prácticas emergentes que promueven el empoderamiento económico de las mujeres.
Pero no todo ha sido positivo, el reporte de Grant Thornton, firma de auditoría, consultoría y asesoramiento legal y financiero con presencia en más de 130 países, reconoce que las mujeres han asumido más responsabilidades en casa.
“Una investigación combinada de las Universidades de Oxford, Cambridge y Zúrich descubrió que en el Reino Unido, Estados Unidos y Alemania, las mujeres de todos los niveles de ingresos se encargaron más del cuidado de los niños y de la educación en casa que los hombres durante el gran confinamiento”.
Y abunda: “A la luz de estos estudios, no es sorprendente que 45 % de los encuestados por Grant Thornton esperen que, en general, la Covid-19 tenga un efecto negativo en las trayectorias profesionales de las mujeres a corto plazo”.
Entre otros aspectos, es necesario que los hombres paulatinamente asuman más funciones de cuidado en el ámbito familiar, de acuerdo con este estudio en el que participaron 4,972 líderes empresariales de 29 economías del mundo, de los cuales, se registraron 105 empresarios de México.
Comenzar un negocio y ser mujer, no es sencillo. Los obstáculos a los que se enfrentan incluyen financiamiento, mantener la empresa a largo plazo, dar a conocer sus productos. Es decir, como cualquier nuevo empresario. Pero también al techo de cristal y a la desigualdad de oportunidades. ¿Cómo lo logran estas mujeres emprendedoras mexicanas?
Dariana Victoria tiene una mueblería junto a su madre. Hacen trabajo de carpintería y ensamblaje de muebles en su propio emprendimiento.
“¡Cargan como hombres!, ¡La carpintería no es trabajo de mujeres!”, eran algunas de las críticas que recibían de sus clientes.
También está Jimena Muñoz Albarrán, quien dirige un negocio familiar de proyectos de construcción y cemento.
Un giro −normalmente− dominado por hombres, por el cual también fue criticada por el hecho de ser mujer, además de su edad.
Mientras, Coral Luna Vázquez, es asociada comercial de una empresa de seguridad y capacitación policial.
Ellas tienen algo en común: no se dejaron llevar por los estereotipos de género que marcan los emprendimientos de los que forman parte.
En Tec Review entrevistamos a estas jóvenes que luchan contra lo que la sociedad les quiere imponer solo por ser mujeres. Da clic en la imagen para leer sus historias:
(Luz Olivia Badillo y Laura Brugés)