El telescopio encargado de observar el pasado del universo ya está en su lugar final en el espacio. Se espera que las primeras imágenes lleguen en junio o julio.
La concepción de este artista muestra el telescopio espacial James Webb completamente desplegado en el espacio. (Créditos: Adriana Manrique Gutiérrez, Animadora de la NASA)
El telescopio espacial James Webb alcanzó su órbita final a 1.5 millones de kilómetros de la Tierra, desde donde podrá observar las primeras galaxias del Universo.
Este lunes 24 de enero activó sus propulsores para alcanzar el punto de Lagrange 2, ideal para observar el cosmos.
“¡Bienvenido a casa, Webb!”, dijo el jefe de la NASA, la agencia espacial estadounidense, Bill Nelson, en un comunicado. “Hemos dado un paso más para descubrir los misterios del Universo. ¡Y tengo ganas de ver las primeras nuevas imágenes del universo del telescopio Webb este verano!”, añadió.
Esta infografía fue publicada originalmente en la edición 39 de la revista digital Tec Review (Arte: Tec Review)
En esta región del espacio permanecerá alineado con la Tierra mientras se mueve alrededor del Sol, lo que permitirá que el parasol que lleva Webb proteja el equipo sensible al calor y a la luz.
Por tercera vez, el telescopio activó sus propulsores desde que fue lanzado a bordo de un cohete Ariane 5 el 25 de diciembre.
El gran impulso del cohete se redujo deliberadamente para evitar que el instrumento rebasara su objetivo y asegurarse de que llegara a él por etapas.
Webb debería poder superar fácilmente su vida mínima planificada de cinco años, dijo Keith Parrish, gerente comisionado del observatorio.
Pero la duración de la misión podría ser de 20 años, agregó.
“Alrededor de 20 años, creemos que probablemente sea un buen rango, pero estamos tratando de refinar eso”, aclaró. Es hipotéticamente posible que una futura misión pueda ir allí y reabastecerlo.
El telescopio James Webb, cuyo coste para la NASA asciende a unos 10,000 millones de dólares, es uno de los equipos científicos más caros jamás construidos, comparable a su predecesor Hubble o al acelerador de partículas del CERN.
La órbita de Webb le permitirá una visión amplia del cosmos en un momento dado, así como la oportunidad de que la óptica de su telescopio y los instrumentos científicos se enfríen lo suficiente como para funcionar y realizar una ciencia óptima. (Foto: NASA)
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Mientras que el telescopio espacial Hubble estaba en una órbita alrededor de la Tierra, Webb se halla en la zona del espacio llamada punto de Lagrange 2 (L2), donde las fuerzas de atracción de la Tierra y el Sol son contrarrestadas por la fuerza centrífuga del telescopio, lo que permite una trayectoria estable usando menos combustible.
El nuevo telescopio no estará exactamente en el punto L2, sino que oscilará a su alrededor como un “halo” a una distancia similar a la de la Tierra y la Luna, en un ciclo de seis meses.
En el pasado hubo otras misiones espaciales en L2, como el telescopio espacial infrarrojo Herschel desarrollado por la Agencia Espacial Europea o un satélite de la NASA que ya estaba destinado a estudiar el Big Bang.
El posicionamiento de James Webb también le permitirá estar en contacto constante con la Tierra a través de Deep Space Network, una red de tres grandes antenas en Australia, España y California.
La NASA logró a principios de enero desplegar el enorme espejo del telescopio que le permitirá recibir la radiación emitida por las primeras estrellas y galaxias, formadas hace más de 13,400 millones de años, menos de 400 millones de años después del Big Bang.
Plano de la construcción de James Webb (Foto: NASA)
Con la expansión del Universo, esta luz recorre más camino y al hacerlo “se enrojece”. Al igual que el sonido de un objeto se amortigua cuando se aleja, la onda de luz se estira y pasa de la frecuencia visible a simple vista a la del infrarrojo.
Sin embargo, Webb, a diferencia de Hubble, está equipado para percibir estas señales infrarrojas, lo que le permitirá ver no solo objetos más antiguos sino también las nubes de polvo interestelar que absorben la luz de las estrellas y las ocultan de la mirada de Hubble.
También ayudará a explorar los exoplanetas, que orbitan alrededor de estrellas distintas al Sol. Examinará su atmósfera, buscando condiciones propicias para la aparición de vida.
Ahora que está en su posición definitiva habrá que esperar a que sus instrumentos científicos se enfríen antes de ser calibrados con suma precisión. Sus primeras imágenes se esperan para junio o julio. (AFP)