La flor navideña tiene origen prehispánico, pero hoy los floricultores mexicanos deben pagar regalías a extranjeros por la producción de esta planta
Los cuatro principales productores de Nochebuena en el país son Ciudad de México, Morelos, Puebla y Michoacán. Pero Taxco es el sitio geográfico de donde salió la planta a Estados Unidos. (Foto: SEGOB)
Las flores de Nochebuena no solo son de color rojo, también las hay rosas, moradas, pintitas, enroscadas, blancas, jaspeadas, en forma de rehilete, con las hojas redondeadas o almendradas. Y en el futuro habrá más variedades totalmente mexicanas.
Amando Espinosa Flores genetista y agrónomo de la Universidad Autónoma de Chapingo (UACh) ha dedicado 20 años de su vida a mejorar genéticamente estas plantas.
Y como lo dicen su nombre y su apellido, ama las flores. De hecho le da una entrevista a Tec Review mientras él y su esposa cierran los invernaderos de estas flores navideñas.
Hasta la fecha, él ha creado 11 variedades de la planta. Y dice que “son cada vez más hermosas”. Una de las variedades que más trabajo le han costado, lleva el nombre de su esposa, Anna.
Pero, ¿por qué México necesita más variedades de Nochebuena? La respuesta no es sencilla.
La Nochebuena ya adornaba los jardines de Moctezuma en el siglo XV. La planta es originaria de México, fue llamado por los mexicas cuetlaxóchitl, que en náhuatl significa flor que se marchita o flor de pétalos de cuero.
Simbolizaba la pureza y la nueva vida que obtenían los guerreros muertos en batalla. Los frailes aprovecharon este significado para colocarla en los nacimientos, previo a la celebración de la Navidad.
Algunos códices y diarios, señalan que –desde la época prehispánica– las cuetlaxóchitl se cultivaban en el centro de México y sus pétalos eran machacados para obtener tinta para textiles y cueros.
También tenía usos medicinales, su sabia era aprovechada en el tratamiento de fiebres y algunas enfermedades de la piel.
De acuerdo con las experiencias del médico y botánico español Francisco Hernández de Toledo, en el siglo XVI la Nochebuena también se empleaba para incrementar la leche en las mujeres que amamantaban.
Amando Espinosa Flores genetista agrónomo de la Universidad Autónoma de Chapingo, ha creado 11 variedades, estas se venden a la mitad del precio que del precio que las creadas por extranjeros. (Foto: Cortesía de la Academia de Floricultura, Departamento de Fitotecnia de la Universidad Autónoma Chapingo)
Una leyenda que cuenta la doctora en fitotecnia, Ángeles Rodríguez Elizalde, parte del equipo de Amando, es que la iglesia de Taxco, Guerrero solía estar adornada por Nochebuenas y —entre 1825 y 1850— Joel Robets Poinsett, el primer embajador estadounidense en territorio mexicano quedó maravillado con la belleza de las Cuetlaxóchitl y se llevó ejemplares a Carolina del Sur y empezó a cultivarlas.
La planta fue modificada por Paul Ecke y su familia entre 1909 y 1960, de modo que la que ahora se comercializa es distinta a la original y Estados Unidos tiene el título de obtentor de la planta.
Ojalá la historia terminará ahí, solo con un registro, pero este título también brinda un uso exclusivo por un tiempo determinado. Por lo que los floricultores mexicanos tienen que pagar regalías a los hibridadores americanos, quienes modificaron la planta.
Hace 15 años la Universidad Autónoma de Chapingo (UACh) a través de su Banco de germoplasma, rastreó y registró ocho variedades de jardín de la planta ante el Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas (SNICS), para que la historia no se repita.
Desde entonces, los investigadores del área de Fitotecnia de la UACh –como Espinosa– comenzaron a crear nuevas variedades de las Nochebuenas para ayudar a los floricultores mexicanos y reconquistar a la planta perdida.
Tete, Anna y Virginia, algunas de las nuevas cuetlaxóchitl del genetista, son capaces de tolerar temperaturas de hasta cinco grados. Estas modificaciones son el resultado de cinco años de experimentación y de 15 de investigación.
Estas características, ya de por sí buenas, “son vestidas con los colores más exóticos, los rojos más intensos y los matices más extravagantes”, dice.
Registrar estas cuetlaxóchitl no es barato, cuesta alrededor de 100,000 pesos por cada una y el proceso demora hasta dos años, dice Ángeles Rodríguez Elizalde.
Las variedades de Amando se venden a la mitad del precio de las creadas por extranjeros.
“No se pueden dar gratis, porque lleva muchos años y esfuerzo conseguir las mejores características requieren una inversión de entre cinco y 10 años”, explica el maestro en ciencias en producción agrícola.
La flor de la navidad tiene sus orígenes en territorio mexicano, pero los floricultores pagan regalías a extranjeros (Foto: Cortesía de la Academia de Floricultura, Departamento de Fitotecnia de la Universidad Autónoma Chapingo)
En el Banco de germoplasma hay millones de genes, entre ellos los de las cuetlaxóchitl, “nuestro banco como cualquier otro significa riqueza, millones de genes, millones de posibilidades, un montón de colores”, describe.
Algunos de los genes son recesivos y otros dominantes, por ejemplo el rojo es un gen dominante.
El método de mejoramiento se basa en usar polen para fertilizar los óvulos de la planta con los mejores genes.
Amando calcula que de 500 cruzas obtiene una nueva variedad. Él les llama “hijos deseados”, después, estas plantas se registran y puede comenzar su comercialización.
Los productores compran esquejes, un tallo de ocho centímetros con cuatro hojas. “Es una planta madre porque –a partir de ella– se inicia la propagación vegetativa, un proceso que mantiene las propiedades de la variedad”.
El floricultor pone en el suelo el esqueje, crece y al mes la poda, de esa poda salen más ramas para sembrar y se vuelve a podar para obtener más ramas. A esto se le conoce como cortar y enraizar, o en términos técnicos, propagación vegetativa.
“Los nuevos agrónomos deben saber que aquí hay una gran oportunidad para mantenerse y al mismo tiempo aportar al país y a los productores mexicanos”, dice.
La Universidad de Chapingo ya tiene convenio con productores de Morelos para producir una de las variedades de Amando y trabaja para propagar las cuetlaxóchitl mejoradas en México.