Expertos nos explican cómo estar conectados y no cultivar nuestras relaciones sociales podría no ser la ruta para aprovechar las horas.
¿Cómo debemos aprovecharlo? Esto dicen los expertos. (Foto: iStock)
El tiempo libre se define como aquel que no dedicamos al trabajo o actividades necesarias.
Sin embargo, muchas veces el estilo de vida actual vende como descanso aquello que en realidad es consumo continuo.
De ahí que sea tan común que las personas presenten problemas de salud tales como migraña, dolores de estómago, nerviosismo, ataques de ira, fatiga crónica, sensación de soledad y desánimo, incluso después de un periodo de tiempo libre.
El divulgador, filósofo y profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), David Pastor Vico, observa que estos atracones en Netflix o HBO en el fondo enmascaran una angustia existencial.
“También lo considera así el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, quien explica esta necesidad por llenar espacios vacíos, porque muchas veces no hemos hecho el ejercicio de saber quiénes somos, qué queremos y dedicar eso que llamamos tiempo libre a ser más nosotros”, dice.
Alanis Aguilar dice que los beneficios del tiempo libre se ha visto reducido debido a las condiciones sociales existentes.
“La gran mayoría de los mexicanos se ven marcados por distintas formas de exclusiones, de precarización y desigualdades que van dejando de lado el tiempo libre y el ocio, así que se termina viendo como un lujo”, explica.
Ante jornadas laborales de 12 horas y más, o en el contexto del trabajo remoto debido a la pandemia donde se le exige al trabajador responder a los grupos de Whatsapp a cualquier hora, la gente prácticamente no cuenta con tiempo libre, dice el experto.
El autor del libro Filosofía para desconfiados, David Pastor Vico, en el que dedica un par de capítulos al tiempo de ocio, dice que ahora se habla del tema porque estamos viviendo como nunca las consecuencias de no usar el tiempo libre.
“En el último siglo nos hemos esclavizado a nosotros mismos y le hemos dado la espalda a nuestra constitución biológica como animales humanos. No estamos hechos para trabajar ocho horas y mucho menos 12. A lo mejor tenemos que empezar a revisar nuestros hábitos y empezar a ordenar nuestra vida”.
Desde un punto de vista psicológico, el tiempo libre, esparcimiento o distracción es vital, reconoce Juan Alanis Aguilar: “debe de existir para el sano desarrollo de los individuos en todos los aspectos de su vida”.
Y, abunda, nos enseñan desde temprana edad que el trabajo y tu carrera profesional te definirán como uno solo pero no es cierto, hay una gran diferencia entre el ser y el hacer.
Tenemos que cambiar esa mentalidad para darnos espacios recreativos sin culpa.
El aspecto lúdico y festivo de cuando éramos niños no se debería de perder para realizar las actividades que nos agradan, añade, y es que los niños juegan intensamente y todo lo sienten vívido. Al crear personajes e historias, alimentan su creatividad e imaginación.
Ambos filósofos indican que el tiempo dedicado al juego es el más valioso de nuestra vida, porque nos hace ser seres sociales, nos hace desarrollar nuestras capacidades psicomotrices, cognoscitivas, y si está bien dirigido y tiene pautas sanas, facilita el pensamiento crítico.
La base de los aprendizajes y habilidades sociales de una persona comienza en los primeros años de vida, siendo la familia el eje rector y la escuela el eje secundario; te explicamos cómo cultivar las relaciones sociales.
Así que estas son algunas de las cosas que debemos de tomar en cuenta:
Solemos evaluar todo desde nuestra particular forma de interpretar el mundo.
Pasa que los vínculos que establecemos se basan en esa predisposición que tenemos de alguien, que se basa en mi propio paradigma, pero si trabajo en mí mismo y entiendo que las demás personas, cercanas o lejanas, son diferentes ya estamos construyendo una forma alternativa de relacionarnos, añade por su parte el psicoterapeuta Edgardo Flores.
Hay que reconocer la complejidad de la otra persona, dice el maestro en Ciencias de la Familia por el Instituto Superior de Estudios para la Familia.
“Yo estoy influenciado por cantidad de variables que han contribuido a mi forma de ser (mi ámbito familiar, experiencias, relaciones sociales, escuelas donde he estudiado, libros que he leído, películas, videos que he disfrutado y un largo etcétera). Entender que si yo soy alguien complejo la otra persona también lo es”.
Un tercer punto que menciona el especialista y que emana de las filosofías budistas es que todos somos iguales porque compartimos el mismo anhelo: ser felices y dejar de sufrir.
“Cuando contacto con este anhelo profundo que me vincula con alguien, sea conocido o desconocido, nos lleva a ser sutiles, amables, asertivos con las palabras”, dice Flores.
Como adultos hemos creado estereotipos que se convierten en limitantes al momento del vínculo, pero si trabajamos en lo que nos une: el anhelo por ser felices, sé que la otra persona no quiere sufrir.
Al saber que compartimos eso en lo profundo ya no veo una limitante.
“Me puedo acercar a cualquier persona, pero no desde la expectativa, de esperar recibir atención o afecto. Habrá personas que por sus condiciones no nos den lo que esperamos y es ahí donde sentimos frustración, decepción, rechazo y nos lleva a creer que no tenemos esta capacidad de construir vínculos o que el mundo está en nuestra contra”.
El terapeuta enfatiza en que trabajemos en comprender, reconocer, aceptar, validar la diversidad de personas, de formas de ser, de expresiones que nos permitirán construir el respeto, la empatía, comprensión, compasión, paz, bondad y muchas expresiones que contribuyen a tener mejores relaciones sociales.
El éxito evolutivo de los seres humanos ha tenido como ingrediente al pensamiento creativo, tanto para resolver cuestiones de supervivencia al idear una estrategia colectiva de caza, al tallar una piedra que sirviera de cuchillo, al componer una melodía que haga vibrar la conciencia, hasta la investigación de mecanismos moleculares de animales y vegetales, y un sinnúmero de descubrimientos científicos fascinantes.
Y todo, antes de materializarse, ha sido ideado en una mente humana.
“Está enfocado en resolver un problema bajo esquemas que no habían sido ideados antes, por lo tanto, tiene que ver con la innovación, con la flexibilidad del pensamiento y comportamiento porque implica romper las reglas establecidas y crear algo nuevo. En el proceso se corren riesgos porque tienes que experimentar mediante ensayo y error”, dice la psicoterapeuta Rocío Rivera, maestra en terapia familiar por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Desde la psicología, se abordan los aspectos individuales de la persona, como las inteligencias múltiples de Howard Gardner, a partir de los cuales se han desarrollado nuevos métodos de enseñanza y de crianza que fomentan el pensamiento creativo, explica.
En la psicología social o en la educativa se habla mucho de la interacción con otros y con el contexto, esto significa que el nivel educativo, el sistema económico y la cultura de un país tienen mucho que ver con la creatividad e influirán no solo en la persona, sino en el proceso de elaboración y en el producto resultante, añade la especialista.
¿Qué es Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)? Suele pensarse que se presenta solamente en la etapa infantil, pero no es así, es una condición que persiste en la adolescencia y en la adultez y si no se atiende eficazmente, las personas pueden tener problemas en el entorno escolar, familiar o laboral, y puede agravarse con problemas de ansiedad y depresión.
Su diagnóstico debe ser interdisciplinario porque algunos síntomas se pueden confundir con otros padecimientos como trastornos de ansiedad; además, no existe una prueba que diagnostique con 100% de certeza porque no sale en resonancias magnéticas, en pruebas de PCR, ni en test sanguíneos.
Brenda Betancourt, neuropsicóloga, enfatiza en que el TDAH no es una enfermedad, es un trastorno del neurodesarrollo que se relaciona con un componente genético, con áreas del cerebro involucradas y el entorno social, es una condición con la que se nace y si se atiende adecuadamente el niño, adolescente o adulto puede tener una vida plena.
“El TDAH se caracteriza por dificultad para poner atención, problemas de impulsividad e hiperactividad. Dentro del trastorno hay distintos tipos, los que son de predominio inatento, los de predominio impulsivo-hiperactivo y los mixtos que presentan estas dos variantes. Se puede detectar después de los seis años de edad que es cuando maduran las estructuras cerebrales relacionadas con estos síntomas”, de acuerdo con la experta.
Se estima que entre 5 y 9% de la población presenta TDAH, en México la estimación es que 1.5 millones de niños y adolescentes la padecen aunque son cifras tentativas porque hay sobre diagnosticados y subdiagnosticados. (Con información de Luz Olivia Badillo)