Esta biotecnología promete reducir hasta en un 75% la cantidad de medicamento suministrado y aumentar la eficacia del tratamiento.
Pedro Lichtinger, fundador de Starton Therapeutics. (Foto: Cortesía)
Pedro Lichtinger asegura que, hasta ahora, no existe una cura para el cáncer. Pero él con su empresa Starton Therapeutics quiere ayudar a los pacientes a que la enfermedad no sea tan dura. ¿Cómo? Con un implante transdérmico. Así, este emprendimiento mexicano busca ser una empresa unicornio.
Lichtinger dio el primer salto para lograr este objetivo gracias a un programa de televisión en Estados Unidos: Unicorn Hunters.
“Ha sido una experiencia extraordinaria participar con Unicorn Hunters, pues su profesionalismo es excepcional”, detalla este emprendedor, quien también es ingeniero electromecánico, egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Y aunque aún no se ha dado a conocer cuál será la inversión que haga el programa, este mexicano no se rinde.
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El implante transdérmico ya se ha probado exitosamente en ratones. De acuerdo con este emprendedor mexicano entrevistado por Tec Review, los resultados han sido los siguientes:
El grupo de animales que no recibió medicina tuvo un crecimiento en los tumores implantados de 29 veces.
Mientras que el grupo que recibió vía convencional el medicamento Revlimid registró un crecimiento de cinco veces los tumores implantados.
Los ratones que recibieron ese mismo medicamento vía el parche transdérmico desarrollado por Lichtinger evidenciaron la mejor respuesta al tratamiento.
“El grupo nuestro contrajo 80% los tumores implantados”, explica este emprendedor, quien dirige la empresa responsable de esta tecnología médica.
La idea de fondo es cambiar la forma de suministrar Revlimid, porque cuando se hace de manera continua y a bajas dosis, lo cual se logra con el parche transdérmico, la eficacia del tratamiento aumenta.
El parche se cambia cada siete días, pero los pacientes actualmente recetados con Revlimid tienen que consumirlo cada 24 horas, porque a las 14 horas ya no hay medicamento detectable en el organismo.
“Con nuestro parche se reduce la cantidad de medicina que normalmente se da hasta en un 75% y logramos atacar las células cancerígenas todo el tiempo, mientras que Revlimid oral registra casi 12 horas todos los días en que las células cancerígenas descansan y pueden crear resistencia”, explica Lichtinger.
El parche también apunta a mejorar la tolerabilidad del tratamiento.
Normalmente las dosis elegidas son las que el paciente soporta, pero no son las óptimas, porque éstas terminarían matando al paciente.
“Entonces, claro, al dar 75% menos de medicina, deberemos de tener una mejor tolerabilidad a la misma dosis”, aclara Lichtinger.
Este emprendedor, con experiencia previa como directivo de laboratorios transnacionales como SmithKlein y Pfizer, explica que el gran desarrollo científico forjado por el ser humano no ha alcanzado para curar el cáncer.
“Entonces cuando se escucha a un científico decir que va a curar el cáncer, básicamente está mintiendo; hoy en día no es posible, pero quizá en 20 o 50 años sí se logre”.
No obstante, el objetivo asequible actualmente es hacer que el cáncer sea padecido como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), en el sentido de que los pacientes puedan alargar su esperanza y calidad de vida.
“Deseamos que los pacientes sobrevivan en lugar de 5 años, 10, 15 o 20 años. Creo que el futuro del cáncer será cada vez más el de una enfermedad crónica”, comenta Lichtinger.
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Starton Therapeutics fue fundada hace cuatro años, pero la visión de Lichtinger fue de nunca apalancarse mediante empresas de venture capital, modelo predominante en el segmento de startups biotecnológicas en crecimiento.
“Esas compañías hacen un trabajo bueno, porque dan el dinero, pero quitan el control de la empresa. A nosotros nos interesa el beneficio del paciente, mientras que a ellos les interesa hacer crecer el dinero lo más rápido posible”.
Pese a rechazar el modelo clásico de inversión, en estos cuatro años Starton Therapeutics ha levantado 27 millones de dólares procedentes de 250 inversionistas.
“Estamos en una etapa en que 250 ya no alcanzan a levantar las cantidades de dinero que necesitamos porque estamos llegando a las pruebas que son más grandes, entonces necesitamos más inversión”.
De la carrera se graduó en 1978, un año después de que en el país se desencadenara una gran devaluación del peso.
“Exactamente me tocó esa época, pero en Estados Unidos ya tenía ofertas de trabajo y por eso ya no regresé a México”, platica Lichtinger.
Y es que Pedro lo deja muy claro durante la entrevista: para él es un privilegio haber nacido en la capital del primer país de América en haber tenido una universidad, la Real y Pontificia, antecesora de la UNAM. Y aunque esté en el extranjero, lleva el terruño en el corazón.
“Parte de mi motivación es volver a mis raíces, y aunque estoy viviendo en Miami, voy seguido a comer a La Número 20, restaurante mexicano que también existe en la Ciudad de México. Yo siempre seré mexicano y para mí es un orgullo poder representar a México en los Estados Unidos”, concluye.