Se estima que entre 5 y 9% de la población padece TDAH; neuropsicólogas piden que no se estigmatice a quienes presentan dicha condición.
El Déficit de Atención es una condición que no debe ser estigmatizada. (Foto: iStock)
¿Qué es Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)? Suele pensarse que se presenta solamente en la etapa infantil, pero no es así, es una condición que persiste en la adolescencia y en la adultez y si no se atiende eficazmente, las personas pueden tener problemas en el entorno escolar, familiar o laboral, y puede agravarse con problemas de ansiedad y depresión.
Su diagnóstico debe ser interdisciplinario porque algunos síntomas se pueden confundir con otros padecimientos como trastornos de ansiedad; además, no existe una prueba que diagnostique con 100 % de certeza porque no sale en resonancias magnéticas, en pruebas de PCR, ni en test sanguíneos.
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Brenda Betancourt, neuropsicóloga, enfatiza en que el TDAH no es una enfermedad, es un trastorno del neurodesarrollo que se relaciona con un componente genético, con áreas del cerebro involucradas y el entorno social, es una condición con la que se nace y si se atiende adecuadamente el niño, adolescente o adulto puede tener una vida plena.
“El TDAH se caracteriza por dificultad para poner atención, problemas de impulsividad e hiperactividad. Dentro del trastorno hay distintos tipos, los que son de predominio inatento, los de predominio impulsivo-hiperactivo y los mixtos que presentan estas dos variantes. Se puede detectar después de los seis años de edad que es cuando maduran las estructuras cerebrales relacionadas con estos síntomas”, de acuerdo con la experta.
Se estima que entre 5 y 9 % de la población presenta TDAH, en México la estimación es que 1.5 millones de niños y adolescentes la padecen aunque son cifras tentativas porque hay sobre diagnosticados y subdiagnosticados.
La maestra en neuropsicología por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla explica que niños, adolescentes y adultos presentan distintas modalidades.
En la infancia, la inatención se refleja en detalles como que les cuesta mucho trabajo copiar en el pizarrón, no terminan sus tareas ni escriben bien sus apuntes, pierden cosas, lo que repercute en su motivación y éxito escolar; la modalidad hiperactiva es una cuestión más conductual y motora, y tienen una necesidad de estarse moviendo todo el tiempo.
En la adolescencia estas características se atenúan, pero “vemos una hiperactividad asociada a estarse parando durante clases para ir al baño, ir a comer, moverse en la misma silla”.
En la adultez, pueden dedicarle horas a lo que les gusta –como un deporte– pero “les cuesta mucho trabajo concentrarse y mantenerse en una actividad por largo tiempo, sobre todo en actividades que le demandan un gran esfuerzo cognitivo.
Esta ineficiencia en su trabajo o en su quehacer escolar les lleva a abandonar lo que hacen. En consecuencia, pueden desarrollar problemas emocionales como ansiedad o depresión por todos estos obstáculos que van teniendo como olvidar citas o tareas”.
Se observa que no cumplen con ciertas normas sociales: en una conversación suelen interrumpir; toman decisiones abruptas que a veces tienen consecuencias negativas, suelen tener una incongruencia en sus emociones, problemas de control del enojo y en casos graves pueden presentar problemas de violencia.
Nina Manzur, maestra en Neuropsicología Infantil por la Universidad Complutense de Madrid, enfatiza que esta condición no tiene por qué ser discapacitante, “hay niños que tienen TDAH con o sin hiperactividad que son muy brillantes. Es una variación de la manera como los niños aprenden. Hay profesores que argumentan que el niño no se adapta al sistema pero más bien es éste el que no se adapta a ellos”.
La neuropsicóloga pediatra considera que debería haber más información porque hay mitos alrededor como que son flojos, rebeldes, maleducados, y más bien habría que entender que es un trastorno del desarrollo neurológico que se manifiesta por medio de alteraciones o retrasos en el aprendizaje, habilidades sociales, de comunicación y motoras.
Brenda Betancourt señala el tallo cerebral, el cerebelo, el lóbulo prefrontal y los ganglios basales como las áreas del cerebro relacionadas con la atención y funciones ejecutivas.
“Para poner atención tenemos que estar activos, orientados y estas zonas se dedican a regular la atención y la activación. No estar somnolientos (hipoactivos) en una clase ni súper activados (hiperactivos) pues no ayudan a la adquisición de conocimiento”.
El lóbulo frontal está relacionado con procesos que se llaman funciones ejecutivas.
Son procesos de alto nivel que nos caracterizan como seres humanos tales como establecer una meta, desarrollar un plan, tomar decisiones, ejecutar de forma ordenada un plan, ordenar, corregir, ponderar o medir riesgo/beneficio de una acción.
Alteraciones en zonas prefrontales alteran, a su vez, algunas de estas funciones ejecutivas.
Aunado a ello, “el lenguaje tiene entre sus funciones la comunicación, generar conceptos y regularse; de este último, las personas con TDAH no lo desarrollan adecuadamente. El pensamiento hablado como ‘cálmate’, ‘relájate’, ‘no va a pasar nada’ o ‘todo va a estar bien’” es un lenguaje regulador que no está desarrollado de forma completa en estas personas.
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Una evaluación y diagnóstico del Trastorno por Déficit de atención e Hiperactividad involucra a psiquiatras, paidopsiquiatras, psicólogos y neuropsicólogos, destaca la especialista Nina Manzur, quien en su consultorio ubicado en el Hospital Ángeles, realiza tres entrevistas con toda una batería de recursos neuropsicológicos para poder tener certeza de que se trata de TDAH.
Una vez que se ha confirmado, se diseña una terapia personalizada con la idea de que el niño no se la viva en terapia.
“Si el niño tiene TDAH hay que encontrar el medicamento correcto en la dosis correcta. Y el medicamento no resuelve todo, se tiene que llevar con un psiquiatra para la parte farmacológica, al psicólogo para la parte emocional y al neuropsicólogo que hace la rehabilitación de habilidades”.
El medicamento es eficiente en ocho de 10 pacientes, los dos a los que no les funcione no significa que se les abandona, sino que se les diseña una estrategia distinta. No tiene cura, el tratamiento es aprender a vivir con TDAH.
Manzur explica que la neuropsicología es el puente entre la neurología y la psicología.
Tratan aspectos de la inteligencia, memoria, aprendizaje y poseen conocimientos muy amplios sobre neuroanatomía, farmacología (aunque no prescriben medicamentos tienen que saber cuáles pueden funcionar) y neuroendocrinología.
“Cuando conectamos la información neurológica con la psicológica o cognitiva tenemos un panorama mucho más amplio donde podemos hacer un diagnóstico más certero y una terapia más rápida”, de acuerdo con Manzur.
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