Aunque la ciencia experimental latinoamericana está lista para sumarse a investigaciones de punta, aún enfrenta dificultades económicas que ponen trabas en su desarrollo.
El anillo magnético Muon g-2 se encuentra en su sala de detectores en medio de bastidores electrónicos y otros equipos. El experimento opera a 450 grados Fahrenheit negativos. (Foto: Cortesía de Fermilab)
La física subatómica dio la campanada mundial cuando el 7 de abril se publicaron los resultados del experimento Muon g-2 del Laboratorio Nacional del Acelerador Fermi (Fermilab), en Illinois, Estados Unidos. Sin embargo, apenas es el principio de una investigación en que América Latina también estará involucrada.
Esto de acuerdo con lo dicho en entrevista para Tec Review por David Tarazona, asistente de investigación en Fermilab, y quien colaboró directamente en este experimento en el cual se está mostrando la verdadera naturaleza de los muones: partículas fundamentales que se comportan de una manera tal que no se ajusta con el Modelo Estándar, teoría vigente y universalmente aceptada sobre la realidad interna de los átomos.
Se trató de un resultado histórico que confirmó una incompatibilidad de mediciones con el Modelo Estándar que desde hace décadas había causado discusiones teóricas en los centros de investigación de física de partículas más prestigiosos del mundo.
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— Fermilab (@Fermilab) April 24, 2021
Tarazona comenta que, a raíz del éxito de este experimento, surgirán más grupos de todo el mundo, incluidos los de algunos de países de América Latina, interesados en unirse a los esfuerzos que lleven a la humanidad a una comprensión más profunda y una mejor definición de la física que el experimento Muon g-2, de Fermilab, ya está revelando.
“Tal como está actualmente, g-2 solamente establece una discrepancia entre lo que medimos y lo que sabemos, pero habrá una próxima generación de experimentos destinados a reducir las divergencias de la nueva física”, detalla este científico.
Se tratará de un viaje apasionante, pero complicado, de acuerdo con Tarazona, quien tiene el plan de coordinar esfuerzos para que grupos de investigación de otras naciones del continente americano, además de Estados Unidos, jueguen también un papel clave en las investigaciones.
“Hay excelentes institutos en América Latina. Científicos como yo, educados en América Latina, reconocemos plenamente que tuvimos excelentes mentores que fueron guías muy sólidos. En mi caso personal, los profesores Carlos Ávila y Bernardo Gómez, de la Universidad de los Andes, en Colombia, fueron una gran fuente de inspiración”, platica este científico, quien es doctor en física por la Universidad Estatal de Michigan.
Más sobre este sonido de telaraña
Tarazona advierte que los gobiernos de los países latinoamericanos no han logrado destinar los recursos suficientes para instrumentos que permitan un desarrollo sustancial de la física experimental.
“Nuestros países tienen una tendencia a inclinarse hacia las inversiones menos costosas en teoría. Esto ayuda a corto plazo porque es más barato, pero –a la larga– no logra promover una parte importante del desarrollo asociado con el dominio de las herramientas experimentales”, precisa.
El experimento Muon g-2 se utilizó imán superconductor que originalmente estaba en el Laboratorio Nacional de Brookhaven, en Long Island, Nueva York.
“Dado que habría costado 10 veces más construir una máquina completamente nueva en Brookhaven en lugar de mover el imán al Fermilab, el equipo de Muon g-2 transportó ese imán superconductor grande y frágil desde Long Island hasta los suburbios de Chicago en el verano de 2013”, se lee en un comunicado de la Universidad Estatal de Michigan.
Vista aérea del Laboratorio Nacional del Acelerador Fermi. (Foto: iStock)
El imán fue subido a una barcaza que navegó hacia el sur alrededor de Florida, por la vía fluvial Tennessee-Tombigbee y el río Illinois, y luego fue transportado durante tres noches en un camión especialmente diseñado hasta el Fermilab.
“Gracias a un mapa con GPS en línea, se pudieron reunir a miles de fanáticos durante el viaje, convirtiéndolo en uno de los electroimanes más conocidos del mundo”.
Esta logística supera las capacidades de muchos de los laboratorios latinoamericanos, los cuales ni siquiera cuentan con un imán superconductor como el que fue transportado en 2013 de Nueva York a Illinois para, finalmente, en 2021, poder dar la gran campanada del siglo en términos de física de partículas subatómicas.