El deporte aún no es disciplina de los Juegos Paralímpicos, en parte porque hay muy pocas personas en el mundo que practican este deporte.
Catalina Reyes, arquera mexicana. (Foto: Cortesía)
Preparar el arco, tensar la cuerda y arrojar la flecha son actividades que han trascendido el plano deportivo y se han convertido en un ritual de liberación para Catalina Reyes y Misael Ruiz, dos de los mejores arqueros con discapacidad visual de México.
Ella y él se llevaron las medallas de oro y plata, respectivamente, en marzo pasado, durante el XXV Campeonato Parapanamericano de Tiro con Arco, en Monterrey, Nuevo León, donde participaron en la primera competencia oficial para arqueros con discapacidad visual B2 en todo el continente.
Es clave mencionar que en el mundo del deporte adaptado hay tres niveles: B1, B2 y B3 que, respectivamente, corresponden a las categorías de ceguera total, discapacidad visual grave y discapacidad visual moderada.
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En esta disciplina de tiro con arco la diana se encuentra a 30 metros de distancia. Sin embargo, los competidores B2 apenas tienen un radio de visión de aproximadamente un metro.
Para atinar al blanco tienen que aprender a desarrollar una especie de armonía total de movimientos con el fin de que la flecha salga en la dirección deseada.
Catalina y Misael han logrado un grado tal de integración con este deporte que ya les cuesta trabajo definir si son ellos quienes dan en el blanco o es el blanco el que acierta en ellos, como si en el momento del tiro no hubiera separación entre el arco, la flecha, el blanco y ellos mismos.
“Cuando tiro la flecha experimento una especie de meditación. En ese momento siento que se van emociones que tenía contenidas, siento paz interior, tranquilidad. Cada vez que sale una flecha, sale una parte de mí, una parte que yo siento que ahí estaba atorada. Hay veces que uno se queda con enojos y frustraciones, al lanzar la flecha sale todo eso”, explica Catalina.
Para ella este deporte se ha convertido en una auténtica liberación porque ha medida que lo ha estado practicando, lleva tres años y medio haciéndolo, su esencia de ser humano se perfecciona cada día más.
“Mi vida personal ha cambiado mucho, mis emociones, mi actitud. Aunque cada vez veo menos, porque esta enfermedad va avanzando, ya no tengo miedo de ello”, comenta.
Catalina, originaria del estado de Puebla, tiene actualmente 67 años de edad. En 2016 le diagnosticaron retinosis pigmentaria, una enfermedad que provoca gradualmente una reducción en el campo de visión.
El otro arquero, Misael, es de la Ciudad de México y tiene 28 años de edad. Desde su nacimiento le diagnosticaron uveítis pars planitis bilateral, padecimiento que le ha causado una reducción gradual de la agudeza visual.
Anteriormente jugaba goalball, deporte especialmente diseñado para personas débiles visuales o ciegas, muy parecido al handball.
Es una práctica de roce con contrincantes, por lo que ahora el tiro con arco, disciplina que entrena desde hace tres años, ha suscitado en él un cambio interno radical.
“Al principio me costó mucho trabajo, porque vengo de un deporte de contacto, entonces estaba muy acostumbrado a estar acelerado, era otro tipo de mentalidad. En el tiro con arco he aprendido a estar en sintonía y a tranquilizarme”, platica Misael.
Sin embargo, en el goalball Misael adquirió un espíritu de competencia y autoperfeccionamiento que –hasta la fecha– conserva y manifiesta en la arquería, deporte que, al igual que Catalina, por el momento solamente puede practicarlo en casa, ya que los campos de entrenamiento actualmente se encuentran cerrados por la contingencia sanitaria derivada de la Covid-19.
Ambos, antes de la pandemia, practicaban en los campos de entrenamiento de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), bajo la dirección de Gabriel Vera Franco, entrenador, quien ha diseñado un atril con un tornillo salido que sirve como guía para atinar en el blanco.
La idea es que el arquero roce el tornillo con un nudillo de la mano con que toma el arco. De esta manera apunta como si lo estuviera haciendo con una mira.
“Cuando encuentro la referencia con el nudillo de mi mano, jalo la cuerda y suelto la flecha. No tengo que moverme, tengo que mantener el equilibrio, porque con un poquito que yo gire, la flecha ya sale desviada hacia otro lado”, afirma Catalina.
El arco de este deporte pesa entre tres y cinco kilogramos, y la fuerza que se hace para jalar la cuerda es de unas 30 libras, equivalente a la realizada al cargar un objeto de 13 kilogramos.
Esta actividad implica sesiones de tres horas diarias de entrenamiento en que también se hacen ejercicios de gimnasio para fortalecer principalmente los brazos. Solamente descansan los domingos.
El tiro con arco para personas débiles visuales o ciegas aún no es disciplina de los Juegos Paralímpicos, en parte porque hay muy pocas personas en el mundo que practican este deporte: solamente son 26 las registradas en la Federación Internacional de Tiro con Arco (World Archery).
En México, solamente cuatro atletas, dos de la UNAM y otros dos del estado de Chihuahua, concursan oficialmente en este deporte capaz de unificar cuerpo, alma y espíritu en un solo tiro de flecha.