Considerada como una de las más importantes investigadoras latinoamericanas de la actualidad, de acuerdo con un estudio realizado por 3M.
Te contamos un poco más de esta mexicana (Foto: Cortesía)
Criar a cuatro hijos y desarrollar un proyecto centrado en la producción de tejido corneal transplantable capaz de devolver la vista no son actividades incompatibles. Así lo demuestra Judith Zavala Arcos, profesora e investigadora de la Escuela de Medicina, del Tecnológico de Monterrey, quien ha roto los estereotipos de género impuestos de la mujer científica.
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El proyecto que coordina Judith la ha llevado a ser seleccionada como una de las 25 mujeres científicas de Latinoamérica más brillantes de la actualidad, de acuerdo con 3M, compañía multinacional estadounidense desarrolladora de tecnologías aplicadas de nuevos materiales.
Después de un análisis estricto realizado por un jurado de 10 líderes y especialistas con amplia trayectoria en asuntos de ciencia, investigación e innovación, la compañía seleccionó, de entre 1,000 postulaciones, a las 25 científicas más destacadas de países como Argentina, Chile, México, Colombia o Perú, entre otros. Una de las cinco investigadoras mexicanas elegidas fue Judith.
“Nunca me imaginé tener este impacto, cada día hago lo que puedo y a veces siento que es muy poquito, porque sé que estoy haciendo a la par cosas con mis hijos. Fue mi decisión. También el decidir no tener hijos y no casarse por perseguir una profesión es respetable como cualquier otra decisión”.
Su proyecto de investigación es el resultado de un esfuerzo colaborativo de hace 10 años, bajo la guía de Jorge Valdez, decano de la Escuela de Medicina, del Tecnológico de Monterrey.
Este trabajo surgió a raíz del caso de la ceguera corneal, problema que está dentro de las cuatro causas de ceguera principales a nivel mundial y no tiene cura, puesto que la córnea es un tejido que no se regenera con tratamientos. El trasplante es la única solución.
“Nos enfrentamos a una problemática de escasez de donadores de órganos a nivel mundial, pero más en países en desarrollo como el nuestro. Es esta situación la que nos llevó a desarrollar una nueva estrategia para aliviar un poco esta necesidad de tejido”, platica Zavala.
En México, cada año hay entre 7,500 y 8,000 personas en lista de espera para trasplante de córnea que, por cierto, es el órgano más trasplantado del país. Solamente se logra realizar menos de la mitad de los trasplantes.
“Esto nos lleva a un rezago anual y a la situación de que nunca vamos a terminar de darle solución a todos los pacientes que requieren un trasplante, quienes pueden estar entre 9 meses y 2 años en la espera de una córnea”, afirma esta científica.
El equipo coordinado por Zavala ha conseguido generar tejido corneal 100 % cultivado en laboratorio a partir de córneas aptas o no aptas para donación. Ya está en la fase de pruebas con animales y en un par de años, más o menos, pasará a ensayos con seres humanos.
“Es un tejido funcional y biocompatible. Ahora estamos en el modelo clínico, en el que estamos evaluando precisamente la capacidad de este tejido formado en el laboratorio para devolver la claridad a la córnea”, especifica esta investigadora del Tec.
Entre los resultados está que una sola córnea se puede aprovechar para cultivar tejido que sirva para tres o seis trasplantes. “Esto le daría un respiro a la escasez de tejido donado en México”.
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Algunas de las compañeras de laboratorio se han acercado a Judith –sorprendidas– pues ellas han seguido el modelo de no tener o tener pocos hijos para poder concentrarse de lleno en investigaciones científicas de vanguardia. No pueden creer que pueda combinar exitosamente ambas responsabilidades.
“Tengo colegas que también me han preguntado que cómo le hago, porque tal pareciera que soy una superheroína por tener cuatro hijos y dedicarme a la ciencia, pero lo que pasa es que mis hijos no son algo que me pasó de repente, sino que yo decidí tenerlos, yo decidí ser madre y también he decidido ser científica”, dice Zavala Arcos, en entrevista para Tec Review.
Ella confiesa que sí es pesado llevar un ritmo de vida como el de ella, pero no imposible. Sin embargo, no se concibe en un camino diferente en la vida ni tampoco se siente única, pues con humildad se identifica con muchas otras mujeres que a lo mejor no son científicas, pero también combinan la maternidad con su trabajo.
“Es lo mismo para otra mujer le guste hacer pasteles o lo que le guste hacer, pues tiene que ser un pilar. La vida tiene cuatro pilares, así como patas una silla: la familia, lo espiritual, el trabajo y lo personal. Si falta uno de esos cuatro, cualquier persona va a estar batallando”, explica.
Judith es de Monterrey, Nuevo León, y tiene 40 años de edad. En entrevista vía videoconferencia bromea diciendo que se ve como de 39 y medio. En su tono de voz, semblante y ademanes solamente proyecta alegría y buen ánimo.
Sus cuatro hijos tienen 11, 9, 7 y 5 años. Recientemente se divorció de su esposo. En casa, ha contratado a una niñera que le ayuda en las mañanas en ciertas labores domésticas y a echarles un ojo a los pequeños que, actualmente, toman clases en casa, de manera virtual, dadas las restricciones derivadas de la pandemia.
Su rutina empieza a las siete de la mañana, cuando despierta a los niños. Luego desayunan juntos y ellos se van a sus clases en línea en la sala de la casa. Judith les acondicionó unos cubículos de plástico para que ellos se concentren en el estudio y no se distraigan viéndose uno al otro. Dice ella que sus amigas, en tono bromista, le han dicho que parece que tiene a sus hijos en un call center. A ella le causa gracia el comentario.
Mientras tanto, en su recámara de la planta alta ella atiende asuntos académicos a través de la computadora. A veces tiene que salir al laboratorio, a pesar de las restricciones de la pandemia, a seguir con los experimentos del tejido de las córneas. En ese lapso, la nana ya ha llegado para supervisar a los pequeños.
“A las dos de la tarde ellos terminan las clases y como con ellos. Entonces la persona que me ayuda se retira, ya después ellos son libres en lo que empieza su siguiente actividad, ya sea de catequesis o de alguna otra tarea en línea. Dos o tres veces por semana, hay un rato en el que tengo que salir a la calle a caminar con ellos porque si no, nos volvemos locos”.
Judith normalmente continúa con sus compromisos, como dar clases en línea a alumnos de posgrado de medicina del Tec, hasta las siete de la tarde. Entonces ella baja y les da indicaciones a los niños para que se bañen. Y a las ocho y media de la noche ellos ya están en sus camas.
“Entonces rezamos y apagamos las luces a las 9 de la noche. A esa hora yo empiezo mi tercer turno, cuando escribo y preparo las clases. Mi día se acaba a las 11 o 12 de la noche, más o menos”.
Ésta es la vida de Judith, científica mexicana destacada, quien no solamente está cultivando células de córnea en laboratorio, sino también la familia.
“Cerebralmente hablando, cuando escuchamos el mensaje en español tenemos que decodificarlo, cambiar la estructura gramatical y adaptarlo a la cultura de sordos. Todo esto en tiempo real”, describe Liliana Ruiz, perito traductor de la Lengua de Señas Mexicana en el Tribunal Superior de Justicia de Querétaro. (Foto: Cortesía)