Aunque la hora del aterrizaje de la sonda Perseverance ya está fijada, antes de las tres de la tarde (horario de la Ciudad de México), habrá siete minutos previos en que los ingenieros de la NASA seguramente sudarán frío, justo antes de que su robot llegue a Marte. Aquí te explicamos el porqué.
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Incomunicado
La fase de descenso vertical hacia la superficie marciana, que tendrá una duración de siete minutos, va a ser automatizada y en ese lapso el Perseverance no va a tener comunicación con la Tierra.

Una señal de radio tarda unos 11 minutos en viajar entre Marte y la Tierra, en esta época del año en que ambos planetas están a 200 millones de kilómetros de distancia. Entonces hay 4 minutos de desfase.
“El descenso tarda siete minutos. Esto lleva a que el proceso de aterrizaje en Marte tenga que ser automatizado”, dice en entrevista para Tec Review, José Franco, investigador del Instituto de Astronomía, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
También por dificultades en la telecomunicación, no se había podido hacer un alunizaje en el lado oscuro del satélite natural de la Tierra, hasta que la Agencia Espacial China (CNSA) lo consiguió en 2019.
“Antes era imposible porque no había manera de mandar señales a una nave para poder hacer un alunizaje en el lado oscuro, porque está el cuerpo de la Luna en medio”, precisa Franco.
“Los chinos lo lograron, porque ellos pusieron en órbita un satélite retransmisor alrededor del punto L2 de Lagrange, que es el lugar donde las fuerzas gravitacionales se cancelan. Ya con el satélite girando alrededor de ese punto, se puede tener una visión tanto de la zona oscura de la Luna como de la Tierra, y así pudieron dirigir la misión”, expresa este científico.

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Más detalles sobre el aterrizaje
Los famosos siete minutos de suspenso ocurrirán cuando la nave comience a utilizar su sistema integrado de aterrizaje, el cual ya ha sido empleado en misiones anteriores con el Curiosity o el Insight.
Durante ese tiempo en que el Perseverance descenderá de manera automática, también disminuirá drásticamente su velocidad, así como lo hace un automóvil veloz para poder estacionarse.
Cuando la sonda ingrese a atmósfera marciana, tendrá que bajar su velocidad de 19,500 kilómetros por hora hasta aproximadamente tres kilómetros por hora, lo cual se puede visualizar como una frenada súbita de proporciones astronómicas.