En entrevista con Tec Review, Salvador Alva, presidente del Tecnológico de Monterrey, cuenta algunas de las lecciones que obtuvo durante su gestión.
Desde el día uno lo tuvo claro. Se enfocaría en tres pilares: invertir la pirámide para que los alumnos y los profesores fueran el centro de la institución, incorporar el espíritu de servicio orientado a la formación e impulsar la innovación como premisa fundamental.
Fue el 12 de septiembre de 2011 cuando Alva fue elegido para liderar el Tec. Poco después de cumplir ocho años en esa posición, anunció su retiro. “Ha llegado el momento de una sucesión en mi rol en el Tec de Monterrey. David Garza Salazar ocupará la posición de presidente a partir del 1 de julio”, tuiteó el 10 de enero pasado.
“Los logros que tuvimos bajo su guía han sido muchos”, reconoció José Antonio Fernández, presidente del Consejo Directivo del Tecnológico de Monterrey, en la Reunión Anual de Consejeros 2020. “Hoy tenemos un Tec más robusto, más protagonista y más admirado que nunca”.
Junto con su equipo –enumeró Fernández–, Alva robusteció la calidad e impacto de la formación, atrajo a mejores alumnos, logró una mayor inclusión y colocó al Tec no sólo como líder en innovación educativa, también como uno de los lugares más deseables para trabajar en México.
Para Rodolfo Rubio, vicepresidente de Comunicación e Imagen Institucional, la gestión de Alva se centró en promover la cultura de enfoque al valor y los procesos, la visión disruptiva de innovación educativa y la colaboración y apertura.
Además, destaca Juan Pablo Murra, vicepresidente de Relaciones y Desarrollo, unificó a los equipos en un solo Tec, apostó por el talento y la innovación, y logró su cometido: que el personal tuviera la misión de servir a alumnos y profesores. La pirámide invertida.
En entrevista con Tec Review, Alva cuenta algunas de las lecciones que obtuvo durante su gestión como presidente del Tecnológico de Monterrey.
¿Cuál es el momento más memorable que vivió como presidente del Tec?
La graduación de mi hijo Diego en PrepaTec Santa Catarina. Como padres pudimos ser testigos de la gran labor que hace nuestra institución al transformar la vida de los estudiantes.
¿Cuál fue el momento más difícil durante su gestión?
El temblor de 2017 en la Ciudad de Mexico, donde tuvimos la pérdida de cinco de nuestros estudiantes y nos quedamos de la noche a la mañana sin campus para atender 8,000 alumnos. Y ahora esta pandemia de dimensión mundial con efectos terribles en la salud, la economía, la sociedad y muy especialmente en la salud mental.
¿Qué fue lo que más le sorprendió del Tec de Monterrey?
El gran sentido de orgullo y pertenencia de los maestros y colaboradores, en pocas palabras sus valores: abiertos al cambio y al cuestionamiento de muchas de las cosas que hacíamos y que queríamos que fueran mejores y diferentes.
¿Le hubiera gustado hacer algo diferente?
Diferente no, pero sí darle mayor énfasis al desarrollo del talento. Tenemos gente maravillosa, pero formar lideres es una tarea compleja porque el talento es escaso. Los retos como humanidad requieren líderes menos jerárquicos, más incluyentes, empáticos y colaborativos, con gran capacidad de formar organizaciones ágiles, basadas en valores, energía positiva y conciencia social.
¿Qué aprendizajes se lleva de la comunidad Tec?
El Tecnológico de Monterrey me permitió ser una mejor persona, un mejor líder. Me dio la oportunidad de conocer a grandes pensadores, tratar con gente increíble en todo el mundo, armar un equipo maravilloso y algunas ideas de avanzada pudieron quedar plasmadas en nuestro plan 2020 que fue materializándose y haciéndose realidad.
¿A quién admira?
A mi padre y a las personas más sencillas que se atreven a ser auténticas y diferentes.
¿Cuál es su pasatiempo favorito?
Las cosas más sencillas: caminar observando la naturaleza, el mar, una buena lectura, una película, una conversación que me rete a pensar diferente, meditar y ayudar a las personas.
¿Cómo vislumbra que será México y el mundo después de la pandemia?
Deseo que florezcamos como sociedades más humanas, basadas en valores y menos centradas en lo efímero y la acumulación de bienes materiales.
¿Cómo imagina que será la educación en la próxima década?
Quisiera que se enfocara en desarrollar las competencias en forma más individualizada y que el mundo digital esté al acceso de todos, para cerrar la brecha digital que nos ha dividido entre los que tenemos acceso a buena educación y los que no.
“Cerebralmente hablando, cuando escuchamos el mensaje en español tenemos que decodificarlo, cambiar la estructura gramatical y adaptarlo a la cultura de sordos. Todo esto en tiempo real”, describe Liliana Ruiz, perito traductor de la Lengua de Señas Mexicana en el Tribunal Superior de Justicia de Querétaro. (Foto: Cortesía)