Le Bourget, Francia (AFP) El sábado 12 de diciembre, tal como lo prometieron, los representantes […]
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Le Bourget, Francia (AFP) El sábado 12 de diciembre, tal como lo prometieron, los representantes de 195 países presentaron un acuerdo mundial para combatir el calentamiento global, como resultado de las negociaciones que llevaron a cabo en la XXI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático de París, Francia.
“Esto no resuelve el problema, pero establece el marco sostenible que el mundo necesita para resolver la crisis climática”, dijo al respecto el presidente estadounidense, Barack Obama.
Este documento reemplazará a partir de 2020 al actual, conocido como el Protocolo de Kioto, e incluye temas como la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y la utilización de combustibles amigables con el Medio Ambiente.
El pacto plantea enormes retos para el sector energético pero, al mismo tiempo, grandes oportunidades para los que apuesten por las energías limpias.
Más que 1,5º, pero menos de 2º
El texto de 31 páginas vincula a las grandes potencias emisoras de gases de efecto invernadero, como Estados Unidos y China, con las pequeñas islas del Pacífico amenazadas por el incremento del nivel de los océanos. Por ello, los países industrializados deberán ayudar económicamente a los países en desarrollo.
Las potencias emergentes que lo deseen podrán añadirse también, pero de forma voluntaria, como ya lo hizo China.
Todos los países se comprometen en este acuerdo a controlar mutuamente sus planes de reducción de emisiones, con revisiones quinquenales, a partir de 2023.
El objetivo es que esas emisiones, principales responsables del calentamiento del planeta, dejen de aumentar “lo antes posible” y luego se reduzcan “rápidamente”, aunque sin fijar porcentajes ni plazos.
Para la segunda mitad del siglo queda el objetivo aún más ambicioso: lograr un equilibrio total entre las emisiones de gases de efecto invernadero y las acciones para contrarrestarlas.
El texto propone limitar el aumento de la temperatura del planeta “muy por debajo de 2º C con respecto a los niveles preindustriales”, y “seguir esforzándose por limitar el aumento de la temperatura a 1,5º C”.
Eso satisface tanto a las naciones emergentes, que no quieren comprometer su desarrollo económico, como a las más vulnerables a los desastres meteorológicos.
Un mínimo de 100,000 millones
Los países en desarrollo recibirán 100,000 millones de dólares “como mínimo” a partir de 2020, una cifra que sería revisada “a más tardar” en 2025.
Esto, en respuesta a la exigencia de los países ricos de que las potencias emergentes que más contaminan, como China, también contribuyan.
El texto especifica que las naciones desarrolladas “deberán proporcionar” la ayuda a sus socios en desarrollo, y alienta a “otras partes a que presten o sigan prestando ese apoyo de manera voluntaria”.
Esos 100,000 millones son “un punto de partida valioso, pero sigue siendo menos del 8% del gasto militar anual” del mundo, recordó el científico Ilan Kelman del University College de Londres.
Últimos forcejeos
El pacto fue aprobado por consenso pero no sin forcejeos diplomáticos de última hora.
Nicaragua fue la nota disonante. “Nicaragua no acompaña el consenso”, dijo su negociador, Paul Oquist, quien calificó de “antidemocrático” el procedimiento que llevó a la aprobación del acuerdo.
Sin embargo, todos los demás mostraron su satisfacción. El acuerdo “es una victoria tremenda” afirmó el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, mientras que la negociadora brasileña, Izabella Teixeira, destacó “el acuerdo balanceado, ambicioso y duradero, que el mundo esperaba”.
“Hoy la raza humana se ha unido en una causa común, pero lo que suceda tras esta conferencia es lo que importa realmente”, advirtió la organización Greenpeace.
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